La testigo protegida del caso Vivotecnia acusa al laboratorio de manipular ensayos con animales

La técnico de veterinaria que grabó el presunto maltrato animal que se hizo público hace cinco meses declara ante el juez sobre las pruebas que recabó entre 2018 y 2020

23 septiembre 2021

Oculta hasta ahora en las sombras, la mujer que grabó las imágenes que mostraron el supuesto maltrato animal en el laboratorio Vivotecnia salió este miércoles a la luz, cinco meses después, para responder a las preguntas de la juez en calidad de testigo protegido. Contestó un sinfín de cuestiones sobre cuándo y qué vio exactamente, quién estaba implicado directamente y a quién avisó antes de ponerse a recabar pruebas. Ella era la única que podía esclarecer los detalles más relevantes de una investigación que se está llevando a cabo en el Juzgado de Colmenar Viejo, bajo secreto de sumario desde abril, cuando el escándalo estalló gracias a un vídeo de ocho minutos grabado por ella entre 2018 y 2020 y editado y publicado por la ONG Cruelty Free International (CFI). En él se mostraba cómo diferentes trabajadores maltratan supuestamente a los animales con los que experimentaban.

Llegó nerviosa, pero lo hizo a lo grande, desvelando una bomba más: en el laboratorio, aseguró, no solo había un “maltrato reiterado” hacia los animales, sino que además se manipulaban los resultados de los ensayos para aprobar estudios que después pasaban a una segunda fase de experimentación con seres humanos.

Todos los focos apuntaban hacia Carlota Saorsa, el seudónimo por el que se conoce a la persona que firma el vídeo con el que empezó su particular batalla de David contra Goliat, la de una persona anónima contra una empresa que tiene como principal negocio los encargos de estudios de la industria farmacéutica.

Como testigo protegida en esta fase de instrucción, Saorsa respondió durante cuatro horas desde un cuartel de la Guardia Civil. A varios kilómetros de allí, en Colmenar Viejo, los abogados de todas las partes implicadas, el fiscal de Medio Ambiente y la juez intentaron desgranar cada detalle a través de una videoconferencia con la imagen de ella bloqueada.

No solo le preguntaron por el vídeo de ocho minutos que se publicó en abril, también por otros 80 fragmentos, más de una hora y media extra de contenido, que la ONG entregó después, donde se pueden ver imágenes de animales desangrándose, enfermos, tratados con violencia, vejados y siendo parte de procedimientos dolorosos sin anestesia pese a ser obligatoria, según la legislación vigente. A algunos, de hecho, les llegan a realizar una necropsia cuando todavía siguen vivos.

La historia de la imagen del perro de raza Beagle que aparece en el vídeo publicado por los medios de comunicación y que se encuentra junto a un charco de sangre encierra un trasfondo aún más preocupante. Según contó Saorsa, esa imagen la grabó después de que llegara un día a trabajar a las ocho de la mañana y lo viera desangrándose en el suelo de una sala. Avisó a sus superiores para que le atendieran, pero hasta las cinco de la tarde nadie se preocupó por el animal. Cuando lo revisaron, le practicaron la “eutanasia compasiva” y fue sustituido por otro perro para continuar con el estudio en el que participaba. Pero el cambio de individuo no se registró en ningún sitio. En los datos finales del estudio aparecía anotado que el mismo animal había empezado y terminado el experimento, sin que se registraran las consecuencias adversas de los fármacos.

Burlas por protestar

Ese ejemplo sirve para entender cómo funcionaba el laboratorio, según su relato. La consigna de los responsables de la empresa era clara: debían eutanasiarse el menor número de animales, pese a las enfermedades que desarrollaban, y se llegó a ocultar la sintomatología adversa desarrollada.

La técnico de veterinaria apuntó directamente a la cúpula de Vivotecnia, a quien responsabiliza de las imágenes que almacenó como pruebas de un delito en el que estaban implicados casi todos los trabajadores. Solo una persona, aparte de ella, levantó la voz y mostró claramente su disconformidad. El resto participaba de una u otra manera de esa cultura. Tanto es así, que cuando alguien se quejaba y alertaba de que se incumplía la normativa, recibía burlas de sus propios compañeros.

Diferentes científicos consultados que investigan con animales explican que buena parte del control en los laboratorios recae sobre los comités de ética internos porque se hacen pocas inspecciones en España por parte de las comunidades autónomas, competentes en esta materia. Estos comités controlan y vigilan cuestiones, como que se limite el número de animales a los estrictamente necesarios, el manejo del dolor, el alojamiento o la eutanasia.

Saorsa insistió este miércoles de nuevo en que los trabajadores no tenían conocimiento de la existencia de ese órgano y que no tenían a nadie a quien dirigirse para denunciar lo que pasaba. Por eso elevó verbalmente las quejas a sus superiores, que hicieron oídos sordos, más preocupados en imprimir un ritmo de trabajo alto para asumir más y más encargos.

Las personas investigadas en la causa todavía no han prestado declaración. Por ahora Andrés König, el director general de Vivotecnia, y cuatro trabajadores están en el foco de la polémica por posible maltrato animal, un delito castigado con penas de entre tres meses y un año de prisión. La empresa se enfrenta a una sanción de entre 601 y 100.000 euros.

Pese a eso, el Gobierno regional cree que se han adoptado medidas cautelares suficientes para asegurar el bienestar de los animales y por eso el 1 de junio levantó la suspensión temporal. La empresa opera con normalidad. Como si nada hubiera pasado.

Leer noticia: El País

Iniciativa Ciudadana Europea para que se cumpla la prohibición de poner fin a los experimentos con animales en cosméticos.

22 septiembre 2021

Cinco organizaciones internacionales, varias marcas de la industria cosmética y más de 100 asociaciones, entre ellas ONG ADDA, nos hemos unido para impulsar la Iniciativa Ciudadana Europea (ICE) y alcanzar el millón de firmas necesarias para su validación.

La Unión Europea continúa permitiendo pruebas con animales para certificar la seguridad de ingredientes utilizados en la confección de productos cosméticos, a pesar de que la regulación de 2009, prohibiese su utilización y, también, posteriormente la venta y comercialización de productos cosméticos previamente testados con animales.

La principal causa de este doble enfoque que socava gravemente el Reglamento y que ha significado un retroceso legislativo se debe a que la Agencia Europea de Sustancias y Preparados Químicos (ECHA), exige repetir nuevas pruebas en animales para ingredientes que los consumidores ya han utilizado de forma segura durante muchos años.

Este grave retroceso está significando continuar comprobando en diferentes especies de animales si los productos causan irritación en la piel o en los ojos, si provocan fiebre, si son tóxicos, entre otros. Todos estos experimentos causan daños, sufrimientos y agonías constantes a especies como conejos, ratones o cobayas. El dolor y la angustia pueden llegar a ser severos, e incluso irreversibles. La mayoría de los animales mueren como consecuencia directa de las pruebas que se les hacen o sufren lesiones graves impidiendo que puedan ser recuperados.

Es necesario que este sufrimiento de los animales termine por el bien de ellos, por una ciencia ética más relevante y, también, por la mayor y mejor protección de los ciudadanos y el medio ambiente.

Ong ADDA como representante en España de la Coalición Europea para poner fin a los experimentos con animales y Cruelty Free Europe nos hemos asociado con PETA, Human Society Internacional, Eurogrup for Animals, y las dos multinacionales The Body Shop y DOVE han decidido impulsar la campaña de recogida de firmas bajo el lema: “Save cruelty free cosmetics” “Europe without animal testing”, proponiendo a la Comisión Europea:

  • Frenar las nuevas demandas de experimentos con animales, cumpliendo y protegiendo las regulaciones que lo prohibieron en 2009 y 2013.
  • Cambiar la legislación de la ECHA (Agencia Europea de Químicos) garantizando la seguridad, la salud humana y el medio natural, protegiendo y fortaleciendo la prohibición de la experimentación con animales para cosméticos.
  • Modernizar la ciencia y aprobar una propuesta legislativa que establezca e implemente una hoja de ruta clara y un plan concreto para poner fin, progresivamente, a la experimentación con animales.

ÚNASE A ESTA INICIATIVA CIUDADANA EUROPEA POR EL BIEN DE LOS ANIMALES, LAS PERSONAS Y EL PROGRESO DE LA CIENCIA.

Más información: PREGUNTAS Y RESPUESTAS SOBRE LA INICIATIVA CIUDADANA  EUROPEA (ICE)  “SAVE CRUELTY FREE COSMETICS”.

Las organizaciones de defensa de los animales solicitan a la Comisión Europea que se cumpla con la prohibición de no experimentar productos cosméticos en animales

11 marzo 2021

En el año 2013 el Reglamento de cosméticos de la Unión Europea puso fin a la rutinaria dependencia de utilizar animales para los productos cosméticos, incentivando con ello, el desarrollo de métodos alternativos que no implican crueldad y resultan más eficaces. Con ello también se estableció un precedente de referencia para la puesta en marcha de iniciativas similares en todo el mundo.

Transcurridos ocho años se ha evidenciado como ciertos ingredientes de esta industria continúan siendo probados en animales amparándose en la legislación sobre productos químicos industriales conocida como Reglamento sobre registro, evaluación, autorización y restricción de productos químicos (REACH)  que, según recientes decisiones adoptadas por la Agencia Europea de Sustancias y Preparados Químicos (ECHA) -confirmadas por su Consejo de Apelación-, considera  admisibles dichas pruebas en animales, aunque se trate de ingredientes utilizados exclusivamente en cosméticos.

Este doble enfoque contraviene y socava gravemente el Reglamento europeo sobre cosméticos y  motiva que organizaciones europeas de defensa animal de las que forma parte ONG ADDA, decidan instar a las autoridades comunitarias para que no autoricen nuevas solicitudes para experimentar en animales garantizando que los productos cosméticos y todos sus ingredientes sean testados mediante métodos alternativos.

En el mes de diciembre de 2020 se dirigió una carta abierta a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, respaldada por 463 marcas de la industria cosmética y por varias organizaciones de defensa de los animales. En dicha carta las empresas firmantes  remarcaban su capacidad para garantizar la seguridad de los consumidores y de los trabajadores que participan en la producción de productos cosméticos mediante métodos que no involucran a los animales, destacando el hecho de que muchos de los ingredientes que ahora la ECHA obliga a volver a comprobar, cuentan ya con un largo historial de seguridad. Por su parte, los grupos de defensa de los animales, destacaban el amplio apoyo de la ciudadanía europea que insta a las autoridades, los legisladores y el Parlamento Europeo a poner fin a las pruebas que utilizan animales.

Kerry Postlewhite, directora de asuntos públicos de CRUELTY FREE EUROPE considera que: «La suspensión inmediata de los requisitos de pruebas de animales para ingredientes utilizados exclusivamente en cosméticos permitiría a la industria demostrar que también puede garantizar la seguridad de sus productos mediante métodos y enfoques modernos, absolutamente libres de animales. Esto es del interés de todos. Esperamos que la Comisión y la ECHA respondan positivamente«.

Carmen Méndez, presidenta de ONG ADDA miembro de Cruelty Free Europe manifiesta: “Con la prohibición en el año 2013 de testar en animales los productos cosméticos, Europa asumió un compromiso ético y de desarrollo tecnológico muy significativo que se debe poder mantener sin ceder a las presiones de la industria química”.  

La necesidad de hacer un frente común sobre este hecho se hace más imperativa teniendo en cuenta la próxima aprobación de la nueva Estrategia de Químicos para la Sostenibilidad de la Unión Europea que, enmarcada dentro del Pacto Verde Europeo, persigue la estrategia de seguridad del medio ambiente y del consumidor que podría poner en riesgo la vida de miles de animales en el caso de volver a exigir nuevos tests de los ingredientes ya utilizados en cosméticos y en otros productos cotidianos.

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Garnier se une a Leaping Bunny

La multinacional de cosméticos incorpora el sello internacional Leaping Bunny que certifica que no experimenta ni testa en animales ninguno de sus ingredientes

10 marzo 2021

Después de meses de trabajo a primeros de marzo la compañía francesa, fundada en 1904 en el municipio de Blois (región de Centre-Vall del Loire, cerca de París) recibió el visto bueno para poder certificar todos sus productos bajo el sello Leaping Bunny. Aunque la imagen tardará aún unos meses en hacerse visible en sus productos, los requisitos ya están comprobados. La incorporación y el compromiso de esta multinacional, miembro del Grupo L’Oréal, que es referente en la comercialización de productos para el cuidado del cabello, de la piel, o de la protección solar, con presencia en más de 120 países, es un paso firme y un ejemplo para la difusión del respeto hacia los animales. Aunque, en parte, esos cambios resulten ser también beneficiosos y sean planificados como estrategia de marketing empresarial, garantizan, sin lugar a dudas, un avance hacia un mundo libre de crueldad.

El certificado Leaping Bunny, creado en 1996 por un total de 8 organizaciones internacionales, exige a las marcas el poder comprobar de manera exhaustiva, toda la cadena de ingredientes utilizados en la confección de sus productos. Este sello garantiza la trazabilidad de toda una empresa, y no sólo de uno o varios de sus productos acabados. Para obtenerlo, Garnier también tuvo que inspeccionar y presentar un informe relativo a sus 500 proveedores, que suministran cerca de 3.000 ingredientes, acreditando que éstos no realizan ningún test en animales. La marca se compromete, así mismo, a no comercializar sus productos en lugares que exijan previamente pruebas en ratones, conejos, ratas o cobayas, que son las especies más usadas, y permite poder ser auditada, cada año y de manera independiente, por inspectores ajenos a su círculo de influencia. Con la incorporación de este peso pesado de la industria cosmética, Leaping Bunny, que cuenta ahora mismo con un total de 2.100 compañías certificadas, da un paso más muy importante.

Relación de empresas certificadas bajo el sello Leaping Bunny: https://www.leapingbunny.org/shopping-guide

La Sala de Recurso de ECHA vuelve a posicionarse a favor de las alternativas a la experimentación con animales

La decisión ofrece una nueva oportunidad para salvar de muerte y sufrimiento severo a 12.600 ratas y conejos.

Marzo 2021

La Sala de Recurso de la Agencia Europea de Químicos (ECHA) falló de nuevo a favor de un recurso presentado por un grupo de empresas que manejan un tipo de sustancias conocidas como Zinc Dialquil Ditiofosfatos. Se trata de aditivos que se usan como parte de fluidos hidráulicos, unas mezclas líquidas de variantes propiedades que tienen la función de lubricar, mantener, separar y depurar la más diversa amalgama de sistemas de ingeniería mecánica.

Por la posible toxicidad de algunos de estos componentes y siguiendo el mandato del reglamento REACH, que entró en vigor el 1 de junio de 2007 y que fue el responsable de la propia puesta en marcha de la Agencia Europea de Químicos, la ECHA se guarda la posibilidad de obligar a la realización de nuevas pruebas o de tests adicionales cuando hay dudas sobre la seguridad de ingredientes o productos. Sucedió así mismo en este caso que contamos. La Agencia ordenó a este grupo de empresas a hacer 2 nuevos tipos  de investigaciones para comprobar la viabilidad de 13 de estas sustancias. Las pruebas, estudios de toxicidad en dosis repetidas a 90 días y evaluaciones de desarrollo prenatal, implicaban la utilización de 12.600 animales en total, entre ratas y conejos. El método empleado hubiera consistido, para resumir, en la introducción repetida en dosis variables de elementos potencialmente tóxicos a los animales mediante un tubo que se les coloca en la garganta.   

El recurso presentado

Las empresas alegaron que estas pruebas eran innecesarias. Se trataba de sustancias nuevas sí, pero “similares”, es decir, que podían compararse con aditivos parecidos ya testados previamente, sin tener que someter a largos y dolorosos sufrimientos a miles de animales. Las compañías, con la ayuda de otros actores como Cruelty Free Europe, el lobby europeo que lucha en contra de la experimentación con animales y del cual ONG ADDA forma parte, presentaron un recurso a la Sala de Recursos de ECHA, que forma parte de la misma Agencia pero que funciona de manera independiente. A finales de febrero la decisión fue clara: ECHA debe conceder a las empresas, por lo menos, la posibilidad de argumentar la validez de su propuesta, que se basa en releer las pruebas ya existentes en sustancias similares para evitar así un nuevo proceso largo y poco ético.

Casos recientes similares

La fuerza de la novedad radica en la suma de casos recientes que refuerzan un principio básico del reglamento REACH. El que dice claramente que los animales sólo deben utilizarse para el test de productos como último recurso y cuando no haya alternativas validadas al respecto para hacerlo. En este mismo blog podéis consultar la sentencia que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea emitió al respecto del caso de la empresa ESSO Rafinage, a quien la ECHA había obligado, a pesar de la existencia probada de alternativas, a testar una sustancia nueva en conejos para comprobar su posible toxicidad prenatal.

Referencias:

Artículo de este mismo Blog: “Sentencia favorable de la U.E. en contra de la experimentación con animales”

Sentencia favorable de la U.E. en contra de la experimentación con animales

El Tribunal de Justicia de la Unión Europea falla a favor de la empresa Esso Raffinage, que había presentado un plan para realizar tests de toxicidad mediante métodos alternativos

26 enero 2021

La sentencia del tribunal de Justicia de la UE, ha absuelto, en este caso a los conejos de ser sometidos a la crueldad de la experimentación.

Redacción.- Precedente jurídico de elevada importancia para el bienestar de los animales. En uno de los muchos casos en litigio entre la ECHA, la Agencia Europea de Químicos, y las compañías, obligadas a seguir los protocolos establecidos para poder comercializar sus productos, ha habido un desenlace positivo después de más de un año. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea sentencia finalmente que la empresa occitana ESSO Raffinage, ubicada cerca de Marsella, no está obligada a realizar unas pruebas de toxicidad requeridas utilizando a animales.

La compañía, filial de la importante Exxon Mobil, dedicada a la refinería de petróleo, debía llevar a cabo unas pruebas para comprobar la toxicidad prenatal de una sustancia utilizada que no había sido evaluada hasta el momento. Este procedimiento entra dentro de la normativa estricta de control que están obligados a pasar todos aquellos nuevos elementos químicos que son vendidos como producto final o que son utilizados durante el proceso de elaboración. Dicho protocolo está recogido en el reglamento REACH, que entró en vigor hace ya casi 14 años, concretamente el 1 de junio de 2007. La ECHA ordenó a ESSO Raffinage que la evaluación debía hacerse mediante la experimentación con conejos. La empresa alegó que podía hacerlo y de manera más precisa mediante métodos alternativos. La Agencia Europea de Químicos, sin embargo, argumentó que la decisión ya había sido tomada y mandó una declaración de incumplimiento al Gobierno Francés. La compañía, con sede en el Departamento de Bocas del Ródano, recurrió el caso al Tribunal General, antiguamente conocido como Tribunal de Primera Instancia Europeo, y de allí la discusión se elevó al Tribunal de Justicia.

La sentencia, en la que también participó como parte interesada la ECEAE (La Coalición Europea para Acabar con los Experimentos con Animales, de la cual Ong ADDA forma parte) es clara: prevalece el principio legal expuesto en el reglamento REACH, que dice que los animales sólo deben utilizarse para el test de productos como último recurso y cuando no haya alternativas validadas al respecto para hacerlo. El edicto judicial también subraya que este principio debe cumplirse aun cuando, como en este caso, la ECHA ya ha dictado una orden de procedimiento. Cabe destacar que la Agencia Europea de Químicos validó positivamente la idoneidad de los métodos alternativos propuestos por la empresa, pero que por causa de los protocolos y la inercia de la tradición, la aprobación no fue en su momento, ni tan sólo, tomada en consideración. La importancia de esa decisión judicial es que esta ignorancia no podrá, de ahora en adelante y ya bajo mandato legal, volver a producirse. Las declaraciones del Abogado General del caso fueron claras “someter a los animales a experimentación y sufrimientos conociendo la propuesta alternativa de la empresa hubiera sido devastador”. Katy Taylor, directora de Ciencia de Cruelty FreeInternational, que intervino en las deliberaciones como miembro aún de ECEAE, certificó por su parte la importancia que tiene esta sentencia para crear un precedente de respeto y cumplimiento del reglamento REACH en todas sus fases, y dejó claro que “la decisión afectará y será de cumplimiento así mismo para el Reino Unido, a pesar de su proceso de separación respecto de la Unión Europea”.

España: continúan las pruebas de pirógenos y aumentan los daños severos en los experimentos con animales.

14 diciembre 2020

El Ministerio de Agricultura Pesca y Alimentación hace públicos los datos anuales a que obliga la Directiva Europea sobre la protección de los animales utilizados para fines científicos (DIRECTIVA 2010/63/UE), una orden transpuesta a nivel estatal mediante el Real Decreto (53/2013).

A pesar de las repetidas evidencias, a pesar de la insistencia y a pesar de las constantes peticiones, el estado español sigue realizando pruebas, con el mismo número y volumen, en todo tipo de animales. La cifra total de usos en experimentación, correspondientes al año 2019, es de 817.742 tests realizados. Eso significa una escasa disminución de 18.354 experimentos con respecto a 2018. Reducción engañosa puesto que, sin saber exactamente el motivo, Castilla y León ha dejado de informar, de al menos la mitad de las pruebas realizadas. Significa que en el caso de incluir esta información se igualarían, o superarían, las estadísticas del ejercicio anterior. Es la conclusión que se extrae del Informe sobre usos de animales en experimentación y otros fines científicos, incluyendo la docencia en 2019, hecho público a principios de diciembre de 2020 por el Ministerio.

Se destaca especialmente un dato grave; aumentan los tests de pirógenos, lo que significa, la inducción de productos (patógenos o materiales) para comprobar si estos provocan o no una reacción febril en el organismo. En 2018, estas pruebas realizadas mayoritariamente con conejos llegaron a las 8.802 y en 2019 fueron 8.827. El incremento es pequeño (25 más) pero los números resaltan de manera especial cuando se ve que la cifra significa casi un cuarto del total de los tests contabilizados para el mismo período en la Unión Europea (35.172). Todo ello, a pesar del foco específico que recientemente han puesto los lobbys de presión continental en el asunto, porque los experimentos de pirogenicidad pueden ya realizarse de manera más que validada en métodos alternativos, como son, por ejemplo, los modelos de células humanas cultivadas in vitro. No usar alternativas validadas contradice, en consecuencia, la legislación europea y el reglamento español que la transpone, publicado en el año 2013.    

Prueba de pirogenicidad: Los conejos permanecen inmovilizados durante horas,  inyectándoles la sustancia de prueba en la vena de sus orejas y comprobando  su temperatura a través de las sondas que les introducen profundamente en el recto. (foto iStock)

Otro punto a considerar es el daño que los diferentes experimentos infringen a los animales. La norma divide esta catalogación en 3 grados distintos: “leves”,  “moderados”, o “severos”, y añade también la categoría “sin recuperación” que hace referencia a la muerte definitiva y que se produce, en gran parte, en pruebas tóxicas como pueden serlo los dramáticos experimentos de letalidad realizados con Toxina Botulínica (Test L50 de Botox). Es cierto que las pruebas de toxicidad totales presentan un ligero descenso (de 103.087 en 2018 a 97.536 en 2019), pero el total de casos graves se acrecienta. Mientras bajan las afecciones leves y moderadas, la cifra de casos severos se eleva de 52.818 a 60.162, y la tasa de no supervivencia, “sin recuperación”, alcanza los 55.091 casos, por los 38.163 del año 2018.

Hay que destacar, también, que los experimentos relacionados con la investigación básica (comportamiento, fisiología, etc.) descienden ligeramente (de 395.708 a 373.108) mientras que aquellos destinados a investigación aplicada (enfermedades concretas, tratamientos, etc.) presentan un notable incremento (218.568 en 2018 y 282.744 en 2019). A pesar de que el informe asegura que en la mayoría de los casos el sufrimiento de los animales no pasa de moderado, los experimentos dedicados a investigación oncológica o al tratamiento de enfermedades respiratorias son susceptibles de originar más angustia y dolor que aquellos que buscan sólo dirimir aspectos biológicos o de comportamiento. Es remarcable en este último apartado, el aumento exponencial de pruebas que se derivan de la necesidad de negocio de las explotaciones industriales ganaderas o de acuicultura. Hay dos marcadores que evidencian otro perjuicio a los ya dañinos efectos contaminantes y de respeto hacia los animales que conllevan las explotaciones intensivas. El primero, el número de tests destinados al comportamiento, etología o biología animal en granjas que utilizan mayormente, pollos de engorde, gallinas ponedoras, conejos y peces, que pasó de los 89.654 en 2018 a los 90.094 en 2019. Asimismo, las pruebas para comprobar el “bienestar animal” en recintos de cría intensiva se multiplicaron por 10: de las 5.186 realizadas en 2018 se pasó a las 54.316 del pasado ejercicio.

En cuanto a las especies, cabe resaltar que baja ligeramente el número de mamíferos involucrados en experimentos (especialmente roedores, cerdos, conejos, vacas y primates)  y que sube en especial la cifra de peces, cefalópodos, anfibios, réptiles y aves de corral utilizados. Preocupantes son también las cifras de procedencia de dichos animales torturados aún en pleno siglo XXI a pesar de la evidencia científica reiterada y de los métodos alternativos validados existentes. Durante el último ejercicio, en este sentido, aumentaron en 15.178 los animales procedentes de establecimientos no registrados. Y lo hicieron de 3 a 328 los nacidos en recintos de fuera de la Unión Europea, que quedan habitualmente regulados por legislaciones mucho menos exigentes.

Hay que especificar que los datos del informe, que habrá que comparar ahora con los equivalentes publicados de otros países europeos, se basan en el número total de experimentos y no en el número total de animales utilizados. Significa que existen animales que repiten y que se contabilizan como “reutilizados”, aunque no se especifica el número de veces que lo han sido, por lo cual es imposible hacer el cálculo total de individuos involucrados. Recalcar que sigue sin haber constancia alguna de inversión por parte del estado español, para investigar e incentivar los métodos alternativos.

Hace falta invertir en métodos de investigación sin animales para acelerar el descubrimiento de tratamientos y vacunas contra el virus SARS COVID-19 y otras patologías

La ONG Animal Defenders International, con sede en Londres, ha elaborado una carta avalada por un centenar de expertos en la materia y dirigida a la Organización Mundial de la Salud, a gobiernos estatales, y también a investigadores, empresas y organismos financieros del sector. El texto insta a abandonar la ineficacia y la crueldad de las pruebas científicas realizadas con animales para descubrir tratamientos de enfermedades y a invertir mucho más en los múltiples métodos biotecnológicos de investigación ya existentes, unos métodos que conllevan una fiabilidad mucho mayor pero también unos costes iniciales destacables. La carta fue publicada en el marco de la Asamblea Mundial de la Salud, el pasado 18 de mayo, y ya ha sido firmada por más de 51.000 personas.

Las últimas estimaciones calculan que cada año se utilizan en Europa 11 millones de animales para los diversos procesos que conlleva la experimentación. A nivel mundial esta cifra se eleva hasta los 192 millones. La eclosión del nuevo virus, COVID-19, a escala planetaria, ha acelerado la rueda de financiación y colaboración entre científicos, empresas y gobiernos de todo el mundo para tratar de encontrar una vacuna o un tratamiento adecuado al patógeno. Lo cierto, es que la mayoría de estas investigaciones siguen utilizando los animales y los inducen a la muerte o peor aún, los someten a dolores persistentes, sufrimiento y en general a unas condiciones de cría, transporte y estancia absolutamente contrarias a su bienestar. Todo ello a pesar de que la última directiva europea en la materia (2010/63 / EU «Protección de los animales utilizados para fines científicos«) obligue al contrario, y a pesar de que el Artículo 13 del Tratado de Funcionamiento de la Unión estipule claramente que «el bienestar de los animales es un valor consagrado de la institución «.

En la investigación contra este nuevo tipo de Coronavirus, lejos de huir de la tendencia, se están utilizando sobre todo ratones, hurones, cobayas, cerdos, gatos y varios tipos de primates, mayoritariamente en laboratorios del Reino Unido, los Estados Unidos, los Países Bajos, China o Australia. Varios estudios han demostrado que a pesar de la alta similitud entre el sistema genético de ciertos animales y el sistema genético humano, factor que es empleado generalmente para justificar esta práctica, el metabolismo no sólo es absolutamente dispar entre especies sino que además varía de manera notoria también entre individuos. Dicho de otro modo, el hecho de que una sustancia actúe de igual forma en animales y en personas no debería atribuirse a una constatación empírica, sino más bien a una casualidad. La carta pone como ejemplo el caso de los ratones, que tienen un sistema respiratorio diferente y unos receptores celulares distintos de los que utiliza el virus para infectar a los seres humanos. En lugar de descartar el poco rigor pues, y empujados sobre todo por el negocio circular suculento que gira desde hace más de medio siglo entorno a los animales, los «investigadores» tratan de humanizar a los ratones para asegurarse de que contraen y desarrollan el virus de la misma manera que lo hacen las personas.

Durante esta larga etapa en la historia de la investigación, más de un 90% de los fármacos identificados como positivos en animales han resultado ser absolutamente ineficaces o contraproducentes para las personas. Sin embargo la delegación de la Organización Mundial de la Salud en China avisa que aún hay que encontrar el animal ideal para investigar patógenos y vías de transmisión y para ensayar terapias antivirales y vacunas. Este hecho evidentemente estimula aún más la inercia de esta ciencia lenta y de muy cuestionable fiabilidad y la incentiva en la búsqueda de este modelo «de animal ideal» en lugar de dejar paso a los nuevos métodos biotecnológicos que poco a poco, pero con algunos obstáculos, van ganando peso.

Estas nuevas posibilidades, que reducen el tiempo de investigación y aumentan de manera notoria la rigurosidad, necesitan sin embargo altas fuentes de financiación y apoyo para poder progresar. Entre ellas hay modelos matemáticos de transmisión y tamaño de la epidemia, el uso de cultivos de fluidos pulmonares para estudiar el genoma del virus, muestras de biopsia de pacientes para investigar el daño provocado en el tejido pulmonar, modelos de inteligencia artificial que podrían proyectar tratamientos, órganos humanos en chips que emulan la infección para el descubrimiento de fármacos, organoides desarrollados a partir de células madre, modelos de células in vitro en 3D y tratamientos con anticuerpos generados por personas que ya han superado el virus.

En un movimiento para acelerar el proceso la Coalición Internacional de Autoridades Reguladoras de Medicamentos ICMRA informó durante este tiempo de confinamiento que, en el caso exclusivo del nuevo SARS COVID-19 no hará falta probar la efectividad de las vacunas en animales antes de proceder a los ensayos clínicos en humanos. No obstante, los tests seguirán siendo requisitos indispensables antes de que ninguna vacuna o tratamiento se pueda empezar a comercializar, con el perjuicio que esto seguirá implicando para millones de animales en todo el mundo.

JAN CREAM (Presidenta de Animal Defenders International): «Hay una necesidad urgente de abordar y tratar la COVID-19 y otras enfermedades humanas con una ciencia mejor y más rápida. Para proporcionar tratamientos más seguros y efectivos para ayudar a las personas necesitamos alejarnos de la investigación con animales y adoptar métodos científicos avanzados y fiables, más relevantes para los humanos «.

Dr. ARYAN TAVAKKOLI (neumólogo MRCP FRACP): «Con métodos increíblemente sofisticados, como los modelos de pulmón humano disponibles, es vital que los recursos y el tiempo vayan destinados a estos métodos para encontrar tratamientos y una vacuna para este virus potencialmente mortal«. (14 mayo 2020)

El 95,22% de los animales utilizados para investigación en 2018 sufrieron dolor

Durante el pasado año se utilizaron 836.096 seres vivos con estos fines, 33.120 más que en 2017, siendo los ratones (62%), los peces (10,6%), y las aves de corral (9,5%) los más usados.

12 noviembre 2019


El año pasado se utilizaron en España 836.096 animales para la investigación científica y la docencia, de los cuales un 95,22% sufrieron alguna clase de dolor. La cifra se mantiene estable y siempre por debajo del millón desde 2010, cuando se usaron 1.344.986 animales con fines científicos.

Según el último informe sobre el uso de animales en experimentación que el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente ha remitido a la Comisión Europea, de los 836.096 animales utilizados, aumentando en 33.120 el número de ejemplares utilizados respecto a 2017. El 98,3% se emplearon por primera vez y el 1,6% fueron reutilizados siguiendo los requisitos y condiciones que exige la Unión Europea (UE).

La mayoría de los animales utilizados fueron ratones (62%), peces (10,6%),aves de corral (9,5%), ratas (6,3%), pez cebra (4,3%), conejos (2,69%) y cerdos (1,43%). De acuerdo con el informe, en 2018 el uso de mamíferos no ha variado sustancialmente con respecto a años anteriores, y el de anfibios se mantiene estable, si bien se aprecia una variación en el número de peces «relativamente elevado» en comparación con otros años.

El informe destaca el aumento del número de cefalópodos utilizados para investigación desde los 20 que se usaron en 2017 hasta los cerca de 4.000 del año pasado, que sirvieron para desarrollar varias líneas de investigación de enfermedades y para mejorar el conocimiento de su biología y su reproducción.

La mayoría de los animales se utilizaron para hacer estudios sobre protección medioambiental, para preservar la biodiversidad o para estudiar la biología o etiología de ese animal, y en algunos casos para proyectos de estudios relacionados con el sistema nervioso (ciervos) o el reproductor (muflón).

El informe especifica el grado de dolor, estrés o sufrimiento experimentado por los animales en la investigación y desvela que el 52% de ellos padeció dolor leve y el 36% dolor moderado (435.810 animales y 300.199, respectivamente). Sin embargo, 60.398 animales padecieron un sufrimiento «severo» (el 7,22% del total) y 39.689 no recobraron la conciencia después de ser utilizados en algún estudio con anestesia general (el 4,75%).

Además, de los 836.096 animales usados el año pasado, 529.652 (el 66%) no fueron alterados genéticamente y 300.000 habían sido alterados genéticamente -con o sin algún fenotipo patológico- para investigación específica de una enfermedad.

Dada la especial sensibilidad ante el uso de primates, la estadística incluye un apartado con información específica sobre el uso y procedencia de los 274 ejemplares utilizados en 2018. El 72% del total (198 primates) habían nacido en África, 73 en Asia y tres en un establecimiento registrado de la Unión Europea.

En ningún caso se emplearon primates capturados en la naturaleza, dado que para los animales nacidos en libertad la captura y el transporte es algo angustioso, sino que todos los primates utilizados habían nacido en cautividad, y en su mayor parte procedían de colonias autosostenidas, en las que los animales se crían en comunidad pero son mantenidos y están acostumbrados a los seres humanos.

De los animales usados el año pasado, el 48% se dedicaron a investigaciones básicas para conocer la estructura y funcionamiento de los organismos vivos, y el 27,4% a la investigación aplicada, que incluye el desarrollo y fabricación de productos farmacéuticos, alimentos, piensos, y pruebas de calidad y seguridad.

Entre 2009 y 2016, el uso de animales en laboratorios españoles se ha reducido significativamente gracias, en gran medida, a la directiva que obliga al fomento de las 3R, es decir, a reemplazar animales por otras técnicas siempre que sea posible, a reducir al mínimo su uso en los laboratorios y experimentos y refinar los métodos empleados en la investigación.

Además, más 140 centros de investigación se han sumado voluntariamente al Acuerdo de Transparencia sobre el uso de animales en experimentación científica en España promovido en 2016 por la Confederación de Sociedades (COSCE).

Fuente de información: Público

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