Baja un 15% el uso de animales en experimentación en el Reino Unido durante el 2020

EL PROPIO GOBIERNO ATRIBUYE EL DESCENSO, SIN EMBARGO, A LOS DOS CONFINAMIENTOS PROVOCADOS POR LA SITUACIÓN SANITARIA DERIVADA DEL COVID-19

1 septiembre 2021

Las cifras de animales utilizados para fines científicos en el Reino Unido se sitúan por primera vez desde 2004 por debajo de los 3 millones. Los datos, que recogen estadísticas de Inglaterra, Gales y Escocia (no de Irlanda del Norte), pasan en total de los 3,4 millones de procedimientos experimentales realizados en 2019 hasta los 2,88 de este 2020 (lo que supone un 15% menos). Unas cifras alentadoras que, no obstante, el propio Gobierno se ha encargado de matizar y ha atribuido claramente a la inactividad provocada por los dos confinamientos que han obligado a parar también laboratorios. Es por este motivo, y por otros datos que siguen preocupando, que tres organizaciones históricas en defensa de los animales, Cruelty Free International, Animal Free Research y la proteccionista escocesa One Kind, han lanzado una nueva petición para pedir al Gobierno estatal que adopte un plan de acción específico para promocionar de una vez por todas la ciencia alternativa y para abandonar la era de la experimentación con animales.

Las tres organizaciones han querido llamar la atención hacia esta temática recreando una fotografía de protesta que en 1919 reunió en la plaza del Parlamento a 3 mujeres de la British Union for the Abolition of Vivisection (el embrión de la actual Cruelty Free International), mientras en la cámara se debatía una nueva ley para la protección de los perros. Para esta puesta en escena contemporánea fueron las actrices Evanna Lynch, Lucy Watson y Lesley Nicol, conocidas por sus apariciones en series y películas populares, quienes se encargaron de sujetar los carteles de protesta en el mismo escenario y de dar visibilidad a un problema que como hemos repetido muchas veces no es sólo de maltrato, sino de enquistamiento en una ciencia anticuada y poco fiable.   

Datos engañosos

Más allá del descenso en las cifras totales de este 2020, hay que recalcar que con mucho margen y seguido sólo por Francia y Alemania, el Reino Unido sigue siendo el país líder a nivel europeo en cuanto al uso de animales para experimentación. Si uno se fija en las estadísticas de los últimos 10 años, observa además que el decremento tampoco es tan alentador porque la tendencia a la disminución es solamente de un irrisorio 1% anual en el número de ensayos. Es evidente que este mantenimiento de la tendencia aún no va acompañado de políticas públicas decididas de promoción de nuevos métodos alternativos y que no existe todavía ninguna apuesta valiente para abandonar un modelo científico obsoleto y erróneo. 

Del informe publicado este pasado mes de julio se subrayan además otros datos importantes. La mitad de los procedimientos que envuelven animales se dan para mantener especies Genéticamente Modificadas, a las que se inoculan patologías u otros defectos génicos con los que deberán convivir todas sus vidas. La otra mitad son experimentos concretos, de los cuales, un 53%, pertenece al ámbito de la investigación básica. Este hecho es doblemente grave puesto que dicho campo no conlleva ningún requerimiento legal o de seguridad que obligue a experimentar con animales.

Por otro lado e incomprensiblemente, sigue aumentando el uso de especies protegidas de manera expresa y concreta en la legislación. Así, este 2020, se ha incrementado un 3% el uso de perros, un 11% el uso de gatos y conejos, y un 3% (un 29% si lo comparamos con los números de 2010) de caballos. También creció en un 77% el uso de algunos tipos de primates como son los macacos Rhesus. En este apartado hace falta considerar que muchos de ellos, lejos de derivar de centros propios controlados por el mismo Gobierno, siguen siendo importados directamente desde África y desde Asia, cosa que aviva y sigue dando carta blanca al tráfico internacional.

Por último, es cierto que la severidad de los experimentos disminuye por un lado, pero aumenta por el otro. Los ensayos que se considera que infligen un sufrimiento entre moderado y severo representan sólo un 28% del total, un 4% menos que en 2019. Suben, en esta línea también, dos puntos, hasta un 14%, los animales a los cuales no se llega a causar ni un daño leve. Pero por el contrario, se incrementan un 2% (del 5% de 2019 al 7% actual) los casos de “No recuperación”, es decir, aquellos en los que los animales mueren directamente a causa del dolor provocado en los laboratorios. (J.G.)

La rapidez en las vacunas contra el COVID-19 no ha sido por experimentar con animales

Los innecesarios tests en animales no aumentan la seguridad de una vacuna.

26/11/2020 Aerzte Gegen Tierversuche

La ONG alemana Aerzte Gegen Tierversuche / Doctors Against Animal Experiments, miembro de la Coalición Europea ECEAE de la cual también forma parte ONG ADDA en España, constata una vez más en un reciente artículo, la nula necesidad de experimentar con animales para probar la eficacia de un medicamento o, en este caso, una vacuna. Refieren en su texto como la industria de la investigación se ha centrado en insistir en los últimos meses que las pruebas en animales han sido decisivas para el supuesto éxito en la consecución de las vacunas contra la COVID-19. Cuando de hecho, la realidad, ha sido la contraria: el rápido desarrollo de estas vacunas ha evidenciado lo ineficaces e innecesarios que resultan los tests en animales. La organización con sede en Colonia, fundada en 1979, hace un nuevo llamamiento a hacer un giro hacia una ciencia y una tecnología más humana y libre de maltratos. El objetivo básico es ver, en un futuro no lejano, como importantes vacunas y medicamentos pueden ser desarrollados de manera más rápida, segura y fiable.

A lo largo de las últimas semanas, tres de las empresas que han lanzado su proyecto de vacuna contra el virus SARS-CoV-2 anunciaron el éxito de los estudios que han llevado a cabo y que han involucrado a miles de personas. Muchos expertos advirtieron, no obstante, que convendría rebajar el optimismo, puesto que los resultados sólo son preliminares y los datos científicos todavía deben publicarse. Esto no ha impedido que algunos defensores de las pruebas con animales hayan atribuido ese esperado éxito a tales experimentos. Un examen detallado de la situación deja claro, sin embargo, que los tests en animales no han contribuido, para nada, ni en el desarrollo ni tampoco en la mejora de la supuesta eficacia de dichas vacunas.      

Es un requisito legal testar, prácticamente, todos los medicamentos y vacunas en animales antes de poder ser trasladadas y probadas en humanos. No obstante, y puesto que esos experimentos resultan demasiado largos, y que la experiencia demostró que son poco fiables también para la actual crisis del COVID-19, muchos tests en animales se acortaron, se obviaron o se realizaron simultáneamente a las pruebas con humanos. “Las vacunas candidatas de la compañía farmacéutica alemana BioNTech y las de la corporación norteamericana Moderna sólo se probaron en monos después de haber sido aplicadas a centenares de personas. BioNTech inyectó sus cuatro modelos de vacuna en humanos, y a partir de los datos derivados del estudio, se decantó por una de ellas, la que ahora es ya publicitada. Esto significa que los resultados de los experimentos con los primates simplemente carecían de valor”, explica la doctora Dilyana Filipova, científica de Doctors Against Animal Experiments. Esas vacunas fueron probadas en ratones justo antes de ser testadas en personas por primera vez sólo por el mero hecho de obtener los requisitos legales pertinentes. Fue un simple trámite, ya que es absolutamente imposible asegurar ninguna fiabilidad ni prevención con esas pruebas, porque los ratones no se infectan de manera natural con el virus SARS-Cov-2. “El hecho de haber realizado experimentos con animales por causa de leyes obsoletas no supone prueba alguna de su presunta indispensabilidad y necesidad”, añade la bióloga.

No representa ninguna sorpresa que no se haya dado prioridad a las pruebas con animales en la investigación de la COVID-19, porque ya se sabe que aproximadamente el 95% de todos los medicamentos que resultan eficaces en los animales, fallan luego cuando son administrados a los seres humanos. Además, y hasta donde hoy en día alcanzamos a saber, no existe ninguna otra especie animal que desarrolle los mismos síntomas complejos que provoca el virus SARS-CoV-2 en los humanos. “A pesar de la terrible afirmación de algunos defensores de los experimentos con animales diciendo que una vacuna no sería posible sin servirse de ellos, lo cierto es que el avance tan veloz en el desarrollo de remedios tan distintos sólo ha sido posible porque esas pruebas se han saltado en muchos casos”, explica Filipova. La necesidad del desarrollo de métodos de investigación más precisos, humanos y libres de torturas está creciendo en todo el mundo. Ahora mismo, por ejemplo, 10 mini-órganos humanos, llamados organoides, o tejidos, pueden ser infectados por el virus SARS-CoV-2 y proveer importante información sobre las interacciones que provoca el patógeno en el organismo de una persona. En Estados Unidos recientemente se lanzó un programa para probar vacunas utilizando chips de multi-órganos. O también por otro lado, complejos modelos informáticos son ya utilizados para analizar la efectividad de medicinas o vacunas. “Esos modelos han proporcionado nuevos conocimientos importantes acerca del Coronavirus. El desarrollo y obtención de las tan celebradas vacunas es posible sólo gracias a esa metodología alternativa y a los datos obtenidos de pacientes”, constata Filipova.

En Alemania, menos del 1% del presupuesto público se invierte ahora mismo en esos métodos fiables y modernos. El resto, un 99%, se sigue desperdiciando con experimentos que involucran animales. Filipova es categórica: “Exigimos que se redistribuya la financiación y que se reconozcan legalmente esas tecnologías alternativas como métodos de prueba en el desarrollo de medicamentos, en lugar de experimentos obsoletos con los animales. Esa es la única manera de poder desarrollar remedios y vacunas eficaces y seguras, de un modo más rápido y fiable.”

Se inician los primeros proyectos con SARS-CoV-2 en miniórganos humanos diseñados en el laboratorio

4 Noviembre 2020

En investigación, para obtener resultados aplicables a los seres humanos, es necesario que los modelos usados sean lo más similar posible a nosotros. Ahora, investigadores de IrsiCaixa –centro impulsado conjuntamente por la Fundación «la Caixa» y el Departamento de Salud de la Generalitat de Catalunya– y el Instituto de Biología Evolutiva (IBE) –un centro mixto de la Universidad Pompeu Fabra y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)– inician un proyecto con organoides de pulmón y cerebro, miniórganos diseñados en el laboratorio, que permitirán simular una infección por el SARS-CoV-2 lo más real posible. El estudio se llevará a cabo con virus SARS-CoV-2 obtenidos directamente de pacientes, una alternativa que substituye a los virus artificiales –modificados para evitar su replicación– ampliamente usados en el laboratorio y que refleja mejor la realidad de la infección.

Esta estrategia es posible gracias a las instalaciones del CMCiB –centro del IGTP–, que cuenta con unas instalaciones de nivel de contención biológica 3 (NCB3), que recientemente ha adecuado para equipar y ofrecer las estrictas condiciones de bioseguridad complementarias para trabajar con SARS-CoV-2 de pacientes. Esto posiciona al CMCiB como el segundo centro de Cataluña donde se trabaja con “virus reales” de SARS-CoV-2 y es un servicio valioso que permite iniciar nuevos proyectos en el Campus Can Ruti encarados a buscar diagnósticos y tratamientos contra la COVID-19. El objetivo final es estudiar cómo este virus afecta a los órganos humanos y la efectividad de varios fármacos para frenar la infección. Esto se podrá llevar a la práctica gracias al uso de Inteligencia Artificial (IA), que permitirá determinar el grado de afectación de los miniórganos para infección y el papel de los fármacos en cada caso.

El SARS-CoV-2 es un virus de transmisión aérea, por eso ha sido necesario adaptar las instalaciones de nivel de bioseguridad a estas particularidades y ofrecer la formación adecuada al personal investigador que venga a desarrollar proyectos, pero era necesario. Ahora, no sólo podemos estudiar mejor cómo se desarrolla la infección real, sino que estamos preparados para trabajar con otros virus similares», explica el director del CMCiB y presidente del Comité de Bioseguridad del IGTP, el Dr. Pere-Joan Cardona. «Disponer de estos recursos en el Campus Can Ruti nos permite realizar proyectos más ambiciosos en el ámbito de las enfermedades infecciosas. El hecho de llevar a cabo el estudio en organoides también hará que los resultados sean lo más similar posible a los que se podrían obtener en humanos, y eso es esencial», añade el investigador ICREA en IrsiCaixa, el Dr. Javier Martínez-Picado. Los organoides, ya utilizados previamente en investigación, son miniórganos con un tamaño de pocos milímetros. En general, estos se generan a partir de células madre que tienen el potencial de formar cualquier órgano humano. En este caso, se convertirán en pulmón y cerebro.

Fuente de información: Canarias Noticias

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Identificado un fármaco en fase clínica capaz de bloquear los efectos de la Covid-19

En este estudio internacional han participado investigadores del Instituto de Bioingeniería de Catalunya

3 abril 2020

Investigadores del Institut de Bioenginyeria de Catalunya (IBEC) junto a un equipo internacional de científicos han identificado un fármaco que bloquea el virus SARS-CoV-2 en las primeras fases de la infección. Utilizando cultivos celulares y orgánulos, réplicas en miniatura de órganos reales desarrolladas a partir de células humanas, han comprobado que este fármaco es capaz de reducir hasta 5000 veces la cantidad de virus presente en el tejido.

Estos resultados prometedores, publicados en la revista Cell, han hecho que la compañía biotecnológica que ha desarrollado el fármaco, Apeiron Biologic, anunciara ya ayer que comenzará de manera inminente un ensayo clínico con 200 pacientes con fases avanzadas de Covid-19 en Europa.

El fármaco, llamado APN01, ya existía: había sido desarrollado para la epidemia de SARS del 2003, causada por un coronavirus muy similar al que está detrás de la actual pandemia de Covid-19, que hasta el 3 de abril ha provocado más de un millón de casos y ocasionado la muerte a más de 53.000 personas en todo el planeta. En 2003, el APN01 ya había sido probado en un ensayo clínico de fase I-II para comprobar su toxicidad y eficacia.

Este fármaco lo que hace es bloquear el mecanismo de entrada del virus en las células humanas. Este mecanismo fue descubierto por investigadores de la Universidad Columbia Británica (Canadá), coautores de este nuevo trabajo, que entonces hallaron que la proteína S del virus (dispuesta sobre la superficie y que le da el aspecto de corona) se une a un receptor de la célula humana llamado ACE2 (por sus siglas en inglés, enzima convertidora de angiotensina).

Ese receptor no está en todas las células humanas, sino que se expresa en pulmón, corazón, vasos sanguíneos, riñones e intestino, que son precisamente los tejidos afectados por la Covid-19.

Para comprobar si en este nuevo coronavirus, el SARS-CoV-2, éste era también el mecanismo de infección, los investigadores usaron muestras de tejidos de pacientes con Covid-19, a partir de las que aislaron e infectaron en el laboratorio células humanas y también, y ahí es donde entra el grupo de la investigadora Icrea Núria Montserrat del IBEC, orgánulos de riñón humanos.

El hecho de que el receptor ACE2 se exprese fuertemente en riñones y que se pueda hallar ARN del SARS-CoV-2 en la orina es lo que llevó a los investigadores a usar los orgánulos de riñón como modelo.

“Teníamos muchas preguntas acerca de cómo el virus entra en la célula, si utilizaba mecanismos distintos a la hora de infectar células de riñones, pulmones o corazón. Los orgánulos nos han permitido averiguar que el mecanismo es el mismo y probar una molécula en un contexto humano, porque son células humanas del propio tejido infectado de los pacientes, pero a una velocidad muy superior a la de un ensayo con personas”, explica a La Vanguardia Montserrat.

El fármaco solo se ha podido probar en las fases iniciales de la infección, porque los orgánulos solo se pueden mantener en cultivo como máximo 15 días, pero los investigadores confían en que el fármaco antiviral también podría ser eficaz en fases más avanzadas que, es de hecho, lo que tratará de probar el ensayo que comenzará en las próximas semanas en Europa.

El siguiente paso será, en lugar de infectar cultivos celulares y orgánulos con virus aislados de una muestra de pacientes, trabajar directamente con muestras de tejidos infectados. En este sentido, el IBEC colabora con el Hospital Clínic de Barcelona y otros centros españoles para obtener esas muestras de Covid-19.

También utilizarán los orgánulos para estudiar qué ocurre en personas diabéticas, que tienen un peor pronóstico, o en condiciones de hipoxia o falta de oxígeno, ocasionada por infecciones más agresivas. “Intentaremos ver si el fármaco funciona igual a igual dosis. Incluso podríamos intentar conectar los orgánulos de riñón, pulmón, para ver el efecto sistémico”, señala Montserrat.

Imagen de microscopía confocal de un organoide de riñón generado in vitro a partir de células madre pluripotentes humanas que han sido diferenciadas durante 20 días usando cultivos tridimendionales
Imagen de microscopía confocal de un organoide de riñón generado in vitro a partir de células madre pluripotentes humanas que han sido diferenciadas durante 20 días usando cultivos tridimendionales (IBEC)

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