Investigadores del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla demuestran que estos modelos son más eficaces y prácticos que los tests con animales.
1 enero 2023
Los cultivos celulares pueden reemplazar la mayoría de aquellos ensayos que se desarrollan todavía en animales. Es una constatación tratada ya ampliamente en este blog, pues su estudio y crecimiento ha resultado exponencial dentro del mundo de la biomedicina los últimos años. Los avances, sin embargo, se suceden día tras día, y progresivamente se hace más urgente y evidente la necesidad de dejar de infligir un sufrimiento absurdo a otras especies.
Esta vez la positiva y esperanzadora novedad provino de un equipo de investigadores andaluces de la Red de Diseño y Traslación de Terapias Avanzadas, en cooperación con el grupo de Neurociencia Aplicada del Instituto de Biomedicina de Sevilla. Los científicos han diseñado, a partir de un banco de células madre pluripotentes, aquellas que tienen la capacidad de convertirse en otras semejantes o en tejidos específicos, organoides cerebrales que han servido como base para poder ensayar terapias novedosas en la cura de ciertas enfermedades. En un tiempo de entre uno y dos meses, estos cultivos in vitro se han tornado en diminutos órganos, con tejidos diferentes identificados, que cumplen perfectamente las mismas funciones que a mayor escala desempeñan los presentes en el cerebro de un ser humano.
Modelo perfecto para la investigación
Es el primer paso para investigar nuevas terapias. Los nuevos minitejidos servirán de base viva y en 3 dimensiones para probar la eficacia de nuevos medicamentos o remedios avanzados. Son minicerebros que además han sido elaborados sin infligir sufrimiento alguno a ningún animal, y que son perfectamente comparables con los de cualquier humano y hasta tienen la capacidad de poder ser en poco tiempo personalizados. Los minicerebros diseñados en Sevilla han demostrado ser, a parte, eficaces de igual forma o hasta más que los roedores, especialmente ratones, que suelen usarse para comprobar la viabilidad y la seguridad de tratamientos contra las enfermedades neurológicas. Se trata en definitiva de moldes más rápidos, sencillos, y específicos, que pueden acelerar los tratamientos y dar pasos de gigante para mejorar nuestra salud, y servir de fundamento en la batalla contra graves afecciones como el cáncer o el alzheimer. Es el resultado de este nuevo estudio, publicado en un número especial de la Revista Animals que se centra únicamente en casos de biomedicina alternativos a la clásica investigación con animales.
Medicina regenerativa sin sufrimiento animal
Otra vez, enésima en el mundo de la biomedicina, vuelve a concluir la ciencia que cualquier especie viva es poco comparable con un ser humano, y que por muchos retoques, inyecciones y cambios de genes, un ratón, un hurón o un conejo disponen de una anatomía y un metabolismo que funcionan con pautas muy diferentes a aquellas que rigen en una persona. Concluir y trasladar pues las reacciones que suceden en el cuerpo de estos animales hacia un escenario clínico futuro humano es poco menos que una lotería o una imprecisión mayúscula.
La importancia que acarrean las terapias en la medicina regenerativa hacen de este nuevo estudio una pieza básica y crucial para avanzar. Se trata de un mundo aún con múltiples interrogantes que va acaparando progresivamente el interés a causa de su enorme potencialidad y funcionalidad. Afecciones que no tienen un remedio todavía, pueden reducir sus consecuencias o sanarse por completo introduciendo al organismo células embrionarias (las que tiene un embrión originario a los pocos días de su formación) o células madre adultas programadas para poder convertirse en otras que sirvan para regenerar tejidos que han sido dañados.
Estas grandes posibilidades van ceñidas, no obstante, a otros riesgos que hay que comprobar con anterioridad. Por este motivo las autoridades requieren de ensayos de regulación con tal de cerciorarse de que estos tratamientos no conllevarán efectos secundarios ni inmunológicos adversos. Estas pruebas, hasta ahora, se han venido realizando mayormente en ratones inducidos con alteraciones específicas, hecho que provoca ya de entrada un sufrimiento inherente a estos animales que suelen tener por ende, y científicamente hablando, un fin trágico e innecesario. Además de ser más rápidos y comparables, los innovadores organoides cerebrales pueden sustituir de ahora en adelante el sufrimiento de miles de especies inocentes.
Enlace de interés: Artículo científico sobre la investigación publicado en la revista “Animals”. Leer artículo aquí